La agricultura urbana se está desarrollando en todo el mundo. De hecho, a medida que las poblaciones se vuelven cada vez más urbanas, se multiplican los proyectos de ciudades verdes.
En Martinica, la práctica del “jardín criollo” tiene sus raíces en la tradición. El pueblo martiniqueño, aunque viva en la ciudad, quiere mantener viva esta tradición ancestral.
Hacer un jardín criollo, incluso en un espacio muy pequeño, es posible. En barrios muy urbanizados se pueden encontrar pequeñas áreas de cultivo al borde de casas o edificios.
El distrito de Terres Sainville es un buen ejemplo: se crean huertas en “terrenos baldíos urbanos”, es decir, espacios vacíos entre dos casas, donde había una casa que fue demolida por insalubre.
Por lo tanto, los jardines criollos son interesantes de entender cuando hablamos de agricultura urbana y techos verdes.
Estos espacios vacíos, que a menudo se han convertido en vertederos no autorizados, se transforman en áreas de producción de alimentos. Esto contribuye a la mejora del entorno de vida ya la autonomía alimentaria.