Tras el desarrollo intensivo del cultivo del banano, una plaga se ha multiplicado en las plantaciones: el picudo. Reduciendo la productividad de las fincas, los hacendados utilizaron un poderoso pesticida para combatir la plaga: la clordecona. Esta molécula tiene una vida muy larga. Así, gran parte de las tierras agrícolas, ríos y costas han sido contaminadas, y esto desde hace varios siglos. El consumo de productos de clordecon aumenta el riesgo de cáncer (especialmente de próstata).
Aunque se ha demostrado la peligrosidad de este pesticida, la presión de los plantadores ha permitido que se use durante mucho más tiempo que en Francia continental.
No todas las producciones agrícolas son igualmente sensibles. Los vegetales que crecen en el suelo están particularmente contaminados. Por otro lado, casi no hay clordecona en los productos que crecen en el suelo, incluso cuando han crecido en suelo contaminado. Este escándalo sanitario ha contribuido al cese de las huertas criollas en algunas familias, por temor a la contaminación. Además, el éxodo rural ha provocado la disminución de esta práctica
Actualmente, las familias que lo deseen pueden hacer analizar el suelo de su jardín para detectar clordecona de forma gratuita. Así es el programa JAFA (Jardins Familliaux)