Para la preparación del suelo se utilizan tradicionalmente dos técnicas según la naturaleza de la tierra y los hábitos familiares: el abatis/brulis y la labranza con azadón.
El abatis/brulis consiste en limpiar bruscamente un terreno y luego prenderle fuego. Las cenizas abonarán la parcela a corto plazo. Esta técnica tiende a destruir la vida del suelo (hongos, bacterias, lombrices) y, por lo tanto, a alterar el equilibrio natural y la fertilidad del suelo. Se puede adaptar cuando las parcelas se dejan en barbecho durante varios años para que se restablezca el equilibrio natural.
La otra técnica consiste en trabajar manualmente el suelo para crear camellones y surcos, es decir, montículos y canales. Esto permite crear espacios de plantación donde se descompacta el suelo. Además, en caso de fuertes lluvias, el agua drena naturalmente en los surcos, lo que evita la asfixia y la pudrición de la raíz. La tierra solo se trabaja en la superficie (unos 20 cm).
Asociaciones de cultivos y cobertura del suelo:
Tradicionalmente, se plantan varias especies en una misma parcela para optimizar el uso del espacio y crear complementariedad entre las plantas. Por ejemplo, los arbustos pueden actuar como estacas para las enredaderas y dar sombra a las plantas sensibles al sol. Fabaceae (por ejemplo, gandules, frijoles) enriquecen el suelo con nitrógeno cuando se podan.
Cobertura del suelo:
Esto previene el crecimiento de malas hierbas, promueve la vida del suelo (por ejemplo, lombrices de tierra, hongos) y mantiene la humedad, limitando así el riego. Se puede realizar gracias al depósito de plantas podadas en el suelo. Esto se llama “jardín sucio”. En permacultura, esto se llama “mulching”. Más comúnmente, las plantas rastreras o de cobertura se utilizan para cubrir el suelo. Por ejemplo, la batata, el giromon o el dachine son buenas plantas de cobertura.